Amados Hermanos, Jesús mostró una gran misericordia al llamarnos y permitirnos ser parte del Reino de Dios.
Nosotros creemos en Cristo por que Él nos lo ha concedido, no es que fue por méritos propios, no es que fue tan solo por que un día lo decidimos.
Jesús hermanos, siempre está llamando a nuestra puerta, pero en muchas ocasiones no escuchamos o simplemente no queremos escuchar, y no le abrimos la puerta de nuestro corazón.
Sin embargo, Jesús es persistente, y los que escuchan Su palabra; por que la buscaron o por que simplemente alguien en algún momento les hablo de ella , la palabra, como una semilla es sembrada en el corazón de las personas y en algún momento dará fruto.
Hoy me quiero referir hermanos si me lo permiten, a el llamado de Dios al ministerio.
Todos los discípulos verdaderos de Cristo tenemos un llamado a servirle en el Reino.
Esto normalmente nos enfrenta con nuestro “mi mismo”, con nuestro egoísmo por la sencilla razón de qué esto significa DAR; y el mundo y sus ideas nos ha enseñado a solo recibir y no a dar, y cuando damos es por que recibiremos algo a cambio.
En el Reino de Dios el llamado a servir a Dios es muy variado y extenso, Dios nos llama a servir de muchas maneras, por ejemplo: como servidor en la iglesia para acomodar sillas y atender a las personas, en el grupo de alabanza, en consejería para jóvenes, para matrimonios, en grupos de matrimonios, hasta ancianos de la iglesia, discipular, evangelizar o incluso predicadores o pastores.
Cómo podemos observar, hay muchas formas de servir a Dios, pero hay algunas que implican compromiso, no con las personas ni con el pastor de la Iglesia, sino con Dios.
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